miércoles, 14 de marzo de 2007

LA PROFECÍA DE GLAUCÓN

Por Luis Gallardo

Jugarretas del sentido común

Desde hace algunas décadas flota entre nosotros la sensación de que debemos guardar una especie de código del silencio acerca de algo que podemos ver a diario a través de todos los medios de comunicación: que grupo raciales distintos demuestran tener mayor o menor facilidad para determinadas cosas. Sólo haría falta usar el sentido común para darse cuenta de que se trata de algo genético y por lo tanto inamovible. Pero aunque la evidencia nos parezca obvia, decirlo en público no es algo "políticamente correcto".


Sin embargo, no admitir esa "verdad" que todos intuimos no soluciona el problema porque de todos modos afecta a la forma como vemos a nuestro prójimo y al modo como esperamos ser tratados. Además, si Darwin tiene razón y la selección natural determina nuestras características naturales, y admitimos que hay diferencias cualitativas entre las razas humanas, ¿el ra­cismo, con todas sus implicancias, es aceptable? ¿Por qué no aceptar también la pobreza, el hambre y la mortandad, ya que los individuos deben someterse a una especie de darwinismo social? ¿Por qué no permitir el sometimiento, la esclavitud, la depredación y finalmente extinción de las naciones vecinas, ya que estamos sometidos a las leyes de la supervivencia? ¿Debemos aceptar todo esto?

A priori, usando otra vez sólo nuestro sentido común, tenemos que decir que no a todas estas proposiciones. Pero el sentido común, como ven, puede ser contradictorio. En consecuencia, antes de dar una respuesta a esas preguntas, deberíamos enten­der lo mejor posible cómo es que nuestras innegables características genéticas afectan a la capacidad y el destino de los seres humanos. El presente artículo se restringe a examinar algunos de los argumentos a favor y en contra del racismo. De ante­mano permítanme precisar que parto del supuesto de que las razas pueden tener características físicas distintas, pero que eso no afecta su capacidad intelectual (lo cual explicaré hacia el final de este texto) todo ello a pesar de las "incuestionables" evidencias expuestas en "La Curva Campana" (1994), el último intento público de un grupo de científicos sociales -liderados por los doctores Charles Murray y Richard Herrstein (miembros de la U. de Harvard y del American Enterprise Institute respectivamente)- de probar la tesis contraria. Veamos qué es lo que nos dicen dichos autores.


La Curva Campana

Este libro contiene un análisis muy interesante acerca del rumbo que está tomando la sociedad estadounidense. La tesis principal del libro es que la estratificación social en Estados Unidos está en relación directa al coeficiente de inteligencia (IQ) de las personas; es decir, que quien es inteligente, en promedio, tendrá mayores oportunidades de alcanzar lo que ellos llaman "éxito social". Esto sería un fenómeno reciente, en las anteriores sociedades las personas inteligentes estaban dispersadas a lo largo de todas sus clases por el simple hecho de que no había sitio para ellas, la sociedad no las necesitaba tanto, el desarrollo tecnológico sólo alcanzó los actuales niveles de complejidad en el pasado reciente; y por ello la distribución de las personas en las diferentes clases sociales hoy corresponde en los Estados Unidos a una distribución parecida a la de la inteligencia. Esto no quiere decir que no existan personas con un alto puntaje de IQ en la clase baja y viceversa, o que el éxito profesional no requiera de habilidades que no son medidas en los test de IQ, como las sociales o las que son específicas de cada profesión; significa que, en promedio, la distribución social puede explicarse mediante el IQ. En el ápice superior de la llamada curva campana, por encima de los 110 puntos, se encuentra la "elite cognoscitiva"; la clase media, el sector mayoritario, se encuentra entre los 90 y 110 puntos; y al fondo, la clase baja.

Lo peligroso de esta situación –dicen los autores– es que cada uno de estos estamentos crece a diferente velocidad: las personas de los sectores altos tiende a retardar la edad en la que tienen hijos y a bajar el número de éstos, mientras en que las clases bajas ocurre lo contrario, además de que se tiende a depender en forma habitual del bienestar social. El índice de criminalidad –correlacionado con el característico bajo IQ de los sectores pobres– tendería a aumentar.
Así, el sistema no podría ser gobernado de la forma en la que lo es hoy –sea cual sea el origen de estas diferencias– porque, a parte de que los extremos estarían cada vez más lejos, habría una falta de capital humano con suficiente "habilidad cognoscitiva" (que es como ellos prefieren llamar a la "inteligencia") en relación al tamaño de éste. Ello supondría que la democracia americana tendría que derivar en un estado paternalista, en un régimen tiránico, en una sociedad de castas. Esta tendencia, según los autores, tiene que detenerse mediante el desincentivo al crecimiento de los sectores bajos (ningún estado podría subsidiar indefinidamente a un grupo creciente de personas): entre otras medidas, se debería terminar con el régimen de bienestar social que da ayuda a los pobres con la intención de permitirles salir de la pobreza, pues sólo incentiva su crecimiento. ¿Pero porqué no intentar un mayor inversión en educación para mejorar el IQ de los sectores bajos? Según los autores, porque sería un desperdicio: la gran mayoría de estas personas nunca podría llegar a ser de la clase media; aún si el IQ depende en un 100% del medio ambiente, es extremadamente difícil hacer algo acerca de ello (y los casos que describen son abrumadores). Tal vez se pueda mejorar la alimentación y la educación escolar, ¿pero hasta qué punto se puede modificar, en forma controlada, el contexto cultural de una persona de modo que su IQ aumente? En realidad la herencia cultural depende de tantos factores que es poco probable que pueda ser compensada sólo por la alimentación, la educación escolar, el entrenamiento intelectual o la estimulación temprana. Requiere un cambio en lo profundo de la mente, un cambio en el modo en que tomamos decisiones, en los valores que nos son inculcados en nuestra infancia en formas variadas y sutiles durante la convivencia diaria.

Sin embargo, los autores afirman que la herencia cultural tiene muy poco que ver con el IQ. Éste, afirman, es substancialmente heredado. El razonamiento de los autores se basa en un artículo que Herrnstein escribió en 1971: "debido a que el IQ es substancialmente heredado, y debido a que el éxito económico en la vida depende en parte de los talentos medidos por los tests de IQ, en consecuencia la posición social está obligada a basarse en algún grado en diferencias hereditarias" ¿Y quienes son los "poco exitosos"? La "basura blanca" y la gran mayoría de los negros y latinos. Conclusión: la inteligencia es heredada, y las razas difieren en cuanto a su capacidad intelectual no por factores sociales sino principalmente por factores genéticos.
Olvidémonos por ahora de lo desagradable que pueda resultarnos ese concepto de "éxito". ¿El coeficiente de inteligencia es una medida confiable de la inteligencia (si es que acaso se puede medir)?¿Qué hay de cierto en la relación IQ/genes? ¿Están los tests de IQ culturalmente sesgados y por lo tanto sus resultados son erróneos? ¿O es la cultura de cada grupo un producto del IQ, el cual es un producto de los genes? ¿Son los genes quienes impulsan el desarrollo cultural de un grupo, o es el desarrollo cultural el que hace suponer que hay una relación con los genes de un grupo determinado? (¿Quién es primero, la gallina o el huevo?)

Para empezar, algunos toman a la inteligencia como un conjunto de siete facultades: lógico-matemática, lingüística, musical, espacial, kinético-corporal y dos del tipo de "inteligencia personal" o "emocional". En general, la inteligencia puede definirse como lo hace el psicólogo Howard Gardner, de la Universidad de Harvard, cuando dice que "debe incluir un juego de destrezas para la RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS, que capaciten al individuo para (ello) (…) y también para que, cuando sea necesario, pueda CREAR un producto efectivo (…) que en consecuencia derribe los fundamentos (establecidos en el pasado, permitiendo) la adquisición de nuevo conocimiento." Tal vez Gardner no se está refiriendo al verdadero significado de "crear", sino sólo como producir o diseñar, pero apostaría que sí lo toma en el sentido de crear algo nuevo, porque de no ser así no pasaría de ser una simple habilidad, como multiplicar de memoria dos números de un dígito. El concepto de una verdadera inteligencia debería incluir el factor creativo, y Herrnstein y Murray están de acuerdo, pero a la vez creen que el IQ es un reflejo de esa inteligencia real, general, unitaria, de la que parten las demás facultades intelectuales. Así, el IQ tal vez no sea inteligencia, pero está altamente correlacionado con la inteligencia real, y por lo tanto puede usarse como un indicador de ésta.

Por supuesto, eso todavía no es convincente. Los test de IQ generalmente no requieren creatividad, pues uno puede ser entrenado para resolverlos; tampoco miden todos los aspectos de la inteligencia, si tomamos en cuenta esas siete facultades mencionadas antes. Incluso si nos limitamos a los aspectos que miden las pruebas de IQ, éstas podrían estar sesgadas culturalmente. Y en último caso, aun dejando de lado todo eso, los resultados del IQ no dicen nada acerca de si la habilidad cognoscitiva es hereda genéticamente o no, sólo la miden.

Sobre ello los autores nos dicen que existen ciertos puntos acerca de la inteligencia que "están hoy más allá de cualquier discusión significativa":
• "El puntaje de IQ encaja, en un primer grado, con lo que sea que las personas quieren decir cuando usan la palabra inteligente o listo en un lenguaje ordinario." Cierto, muy poca gente toma en cuenta que debería implicar también la capacidad creativa.
• "El puntaje de IQ es estable, aunque no perfectamente, a través de la mayoría de la vida de una persona." Parece que, como regla general, el IQ que se tiene a los 4 años es más o menos el mismo que se tiene en la edad adulta, cualquiera que sea el origen de este fenómeno.
• "Apropiadamente administrados, no puede demostrarse que los tests de IQ tengan un sesgo en contra de grupos sociales, económicos, étnicos o raciales." Cualquiera que haya visto un test de inteligencia se da cuenta que alguien con una educación estándar puede resolver por lo menos los niveles de dificultad más bajos. La educación en Estados Unidos es homogénea en toda su clase media, de modo que los miembros de cualquier raza que pertenezca a esta clase deberían estar en igualdad de condiciones para resolver estos tests. El que las diferencias culturales permitan o no alcanzar altos puntajes está por verse. La forma en que dos personas pueden relacionar una serie de datos depende del criterio con que han formado su "sentido común". La capacidad lógica puede ser la misma, pero las premisas básicas quizás sean distintas.
• "La habilidad cognoscitiva es substancialmente heredada, aparentemente en no menos del 40% y no más del 80%." Estudios en diferentes universidades no encuentran ninguna correlación en el IQ de hermanos adoptivos –los que comparten el mismo entorno– una correlación del 35% en los medios hermanos, 47% para hermanos comunes y 86% para gemelos idénticos. En la universidad de Minessota un estudio hecho con gemelos que han crecido separados mostró que la correlación es del 70%, lo que dejaría al medio ambiente un peso de solo 30%. Pero eso dice nada sobre las diferencias raciales, sólo indica cuál es la relación que hay dentro de un grupo familiar.

¿Que diferencias intelectuales hallaron los autores entre las diferentes razas? En primer lugar, los autores también tomaron en cuenta a los asiáticos del este. "Los esteasiáticos (chinos, japoneses, etc), sea en América o en Asia, típicamente obtienen mayores puntajes en exámenes de inteligencia o de ejecución que los blancos americanos. (…) los asiáticos del este tienen una mayor inteligencia no-verbal que los blancos mientras que tienen el mismo nivel, o quizás un poco menor, en inteligencia verbal." "(…) Incluso en los raros estudios que han encontrado un IQ total de los japoneses y chinos no mayor que el de los blancos, la discrepancia entre IQ verbal y de visión espacial persiste. Para los japoneses que viven en Asia, una revista de literatura demostró en 1987 sin mucha cuestión que la diferencia verbal/visión espacial persiste incluso si los exámenes han sido adaptados en profundidad al japonés y desarrollados por los mismos japoneses. Un estudio sobre una pequeña muestra de niños coreanos adoptado por familias blancas en Bélgica encontró la elevación acostumbrada del nivel de visión espacial" "(...) Estudios contemporáneos de asiático-americanos que han sido aculturados en profundidad también muestran la discrepancia en las habilidades verbal y de visión espacial. Los indios americanos y los esquimales tienen puntajes similares, más en visión espacial que en verbal; sus ancestros migraron a las Américas desde el este de Asia hace cientos de siglos. La discrepancia verbal-visión espacial va más a mayor profundidad que los antecedentes lingüísticos".

Las pruebas parecen abrumadoras. Asiáticos que pertenecen a distintas culturas (Taiwan, Corea, China continental, Japón, Bélgica) e incluso los indios americanos (y los esquimales) obtienen resultados similares, a pesar de las diferencias en la alimentación, el lenguaje, educación. "Nosotros no somos tan temerarios como para aseverar que los medios ambientes o la cultura son totalmente irrelevantes para el desarrollo de las habilidades verbales o de la visión espacial, pero la historia genética común de los asiáticos del este y sus descendientes americanos o europeos por un lado, y los europeos y sus descendientes norteamericanos por el otro, no puede ser desechada como si fuese irrelevante.", y tienen razón. Pero eso no da ninguna indicación de que hayan límites absolutos en la inteligencia de cada grupo. El libro menciona que la brecha entre los blancos y los asiáticos es en promedio tres puntos, a favor de estos últimos. Pero no dice nada acerca de los puntajes de los esquimales y de los indios americanos ni de los niños de Bélgica. De la misma forma, la diferencia entre los IQs de los hombres y mujeres muestra en los hombres una mayor capacidad para las matemáticas y en las mujeres una mayor capacidad verbal, y además -tomémoslo como un supuesto, pues no dispongo de cifras- el IQ promedio de los hombres quizás sea mayor que el de las mujeres, todo ello en culturas tan distintas como la anglosajona, la latina o la asiática. ¿Pero cuánto de esto es un producto cultural que se va infiltrando a través de las generaciones, y cuánto es producto de los genes?

El caso de los negros es parecido, pero en su contra. Al parecer los negros son más hábiles en las facultades que no tienen que ver con la inteligencia. Examinando los resultados de una prueba llamada WISC-R, que tiene 30 sub-pruebas que miden diferentes habilidades, se encontró que "A pesar de los puntajes totales idénticos, los blancos son característicamente más fuertes que los negros en las sub-pruebas que involucran habilidad espacial-sensorial, y los negros son característicamente más fuertes que los blancos en sub-test como aritmética y memoria inmediata, los cuales envuelven retención y recuperación de información."

Los autores mencionan varias explicaciones culturales. Jane Mercer, socióloga desarrolladora del Sistema de Estimación Pluralista Multicultural (SOMPA), afirma que las pruebas son productos de la cultura, y en una sociedad heterogénea como la norteamericana las subculturas varían en muchas formas que afectan los puntajes de IQ. Por ejemplo, menos libros en casa significa menos contacto con material que será tema de una prueba, la forma de socializar con otros niños, el deseo de usar esas habilidades, la "cultura general" que se adquiere en cada hogar. Incluso es sabido que las madres blancas presionan más a sus hijos para que aprendan a leer. Otro investigador, Wade Boykim, explica que la cultura negra muy diferente de la anglosajona. Por ejemplo, en la cultura negra "la vida es esencialmente (más) vitalista que mecanicista, con la convicción que fuerzas no-materiales influencian la vida diaria de las personas (...) el tiempo es tratado como algo que fluye a través de un espacio social más que a través de un espacio material"

Para los autores la apelación a los factores socioculturales "no explican por qué el puntaje de los negros es más bajo en trechos de números a la inversa que ordenados normalmente; por qué en pruebas cronometradas, los movimientos de los negros son más rápidos, pero más lentos en el tiempo de reacción, que entre los blancos; o por qué la diferencia persiste en pruebas no verbales como en Matrices Progresivas Estándar Ravens. Tampoco se explica por qué, si el rol de la difusión cultural europea-blanca (o la falta de ella) es tan importante en la depresión de la performance en las pruebas de los negros, ello ha sido de poca importancia en los asiáticos"

Los argumentos que desarrollan los autores sobre la explicación genética son muchos y muy variados, así como también las explicaciones culturales que ellos mencionan, y que desestiman o simplemente dejan en el aire. El argumento más contundente a favor de la explicación genética que aparece en el libro es el siguiente: los sicólogos Sandra Scarr y Richard Weinberg estudiaron más de 100 familias del estado de Minessota, de nivel socioeconómico medio o alto, con niños adoptados blancos, negros y mestizos (hijos de negros con blancos o asiáticos). El primer reporte (cuando los niños estaban alrededor de los 7 años) dio por resultado que los hijos biológicos (blancos) tenían un IQ de 117, los blancos adoptados, 112, los mestizos, 109, y los negros, 97. Los defensores de la explicación cultural tomaron el promedio de los negros y los mestizos en conjunto y anunciaron la victoria: el medio ambiente había elevado su IQ a 106, muy por encima del de los niños blancos o negros del estado; y tenían razón, incluso el puntaje de 97 de los niños negros estaba muy por encima del 85 que usualmente se les atribuye. Pero diez años más tarde los resultados cayeron: 109 para los hijos biológicos, 106 para los adoptados blancos, 99 para los mestizos y 89 para los negros.

Olvidemos por un momento de que el orden de las puntuaciones justo coincida con los prejuicios actuales; ocupémonos sólo del levantamiento y caída de éstos. ¿Cuál sería la explicación? La de Herrnstein y Murray podría ser que, aunque los niños hayan sido criados en un entorno diferente, en la etapa adulta las limitaciones genéticas terminan por imponerse. "La diferencia entre los niños negros y los blancos adoptados era 17 puntos, en la línea de la diferencia B/N usualmente observada. Sea cual sea el impacto del ambiente, no debe haber sido muy grande."

Según los autores, esta "evidencia" no necesariamente debería hacer que las personas trataran diferente a lo negros. "(…) no podemos pensar en un argumento legítimo por el que cualquier encuentro entre individuos blancos y negros necesariamente sería afectado por el conocimiento de que una diferencia étnica agregada en la inteligencia medida es genética en vez de ambiental (...) Si Ud. fuera un empleador buscando talento intelectual, un IQ de 120 es un IQ de 120, sea la cara negra o blanca, (…). Si Ud. fuera un profesor viendo a un aula de caras blancas o negras, Ud. tendría exactamente la misma información que tendría ahora sobre las probabilidades que tendrían de hacerlo bien o pobremente."

Ojalá fuera así. En el libro de marketing "Posiciona­miento", Al Ries y Jack Trout relatan lo que hicieron dos profesores de psicología para averiguar qué efecto tenía en los niños la elección de un nombre para ellos. Se entregó a distintos profesores trabajos de niños de cuarto y quinto grado para que sean calificados. Los profesores no tenían cómo saber que no estaban corrigiendo trabajos comunes y corrientes. El resultado fue que los trabajos firmados con nombres populares (David y Miguel) recibieron mejores calificaciones que los firmados con nombres impopulares (Hubert y Elmer). Los investigadores concluyeron: "Los maestros saben por experiencia anterior que un Hubert o un Elmer de ordinario son perdedores". Otros nombres llevan el mismo encanto sobre ellos: "Cyril y John. Según el psicólogo David Sheppard, la gente que no conoce a nadie con esos nombres espera que un Cyril sea un taimado, mientras que un John ha de ser digno de confianza." Sobre este tipo de percepciones gira el concepto del "Posicionamiento", la forma como se percibe a algo o alguien, y cómo una vez que se tiene una idea es difícil cambiarla. "Se ve lo que se espera ver. Y un nombre inapropiado provoca una reacción en cadena que sólo sirve para confirmar la opinión inicial." En otras pruebas bastante conocidas en la teoría administrativa, si se le dice a un maestro que cierto alumno tiene aptitudes especiales (que no tiene en realidad), éste lo influenciará –incluso en forma no intencionada– para que desarrolle ese "talento", hasta el punto que cumple con las expectativas que ya se tenían previamente.

¿Qué ocurrió con los niños negros? Pudo haber ocurrido que los prejuicios y expectativas que se tenían en ese entorno acerca de qué es y cómo se comporta un niño negro los haya influenciado hasta el punto en que fueron interiorizados. Y la jerarquía que se observa entre los IQ de las diferentes razas puede deberse al mismo fenómeno.


La falacia estadística

Precisamente eso era lo que Alfred Binet –el inventor de los tests de IQ– temía, que este resultado pueda fácilmente usarse para que sean rechazados todos los niños problemáticos y los que sufrieran cierto atraso escolar. "Realmente es facilísimo descubrir signos de atraso en un individuo cuando ha habido una advertencia previa.", es decir, el rótulo que se les cuelga a estos niños condiciona a los maestros y hace que se desarrollen según esa premisa.

En "La Falsa Medida del Hombre" (1981) Stephen Jay Gould, paleontólogo y teórico sobre la evolución, relata cómo las intenciones de Binet fueron trastocadas y los principios para el uso de sus test obviados. Binet insistió en que: 1) Los test de IQ no son base para una teoría del intelecto, porque no definen el origen o la naturaleza de la inteligencia, ni siquiera puede decirse que la mida, porque ésta no es una entidad mensurable. 2) La escala es un recurso práctico para la identificación de retrasos ligeros y problemas de aprendizaje, no para establecer rótulos o jerarquías entre los niños. 3) Cualquiera sea la causa los problemas, debe enfatizarse la posibilidad de mejora a través de una educación especial. Para Binet la educación especial debía ajustarse a las necesidades individuales de cada niño, según sus rasgos y aptitudes particulares mediante la "ortopedia mental": "Lo primero que han de aprender no son los temas que normalmente se enseña, por importantes que éstos puedan ser; deben recibir clases de voluntad, de atención y de disciplina; antes que ejercicios de gramática, necesitan ejercicios de ortopedia mental; en pocas palabras, tienen que aprender a aprender."

Para Herrnstein y Murray cualquier mejora en la educación (como el uso de computadoras para enseñar aritmética o lectura, programas de televisión educativos, la construcción de bibliotecas en cada localidad o la mejora total en el sistema educativo que los negros han experimentado desde los 50's) no reduce la diferencia entre los buenos y los malos estudiantes sino que la incrementa, pues los buenos aprovechan más estas ventajas. "Eso no significa que tales intervenciones sean inútiles, sino que uno debe ser cuidadoso al entender qué está y qué no está siendo mejorado: el desempeño de los que están en el fondo puede mejorar, pero podrían quedar incluso muy por detrás de sus compañeros de clase más brillantes."

Sin embargo, Hostos, una escuela para lo que en Norteamérica se llama niños-en-riesgo, ubicada en el Bronx, Nueva York, parece haber seguido los principios de Binet y ha obtenido resultados considerables (ver Newsweek 24/08/94). Es pequeña (tiene alrededor de 300 estudiantes), exigente y atenta a las necesidades del alumno. Un profesor es asignado a la clase por un periodo de cuatro años y trabaja con sobretiempo para poder brindar a cada alumno una tutoría personalizada. En las clases se enseña combinadamente materias normales y aptitudes sociales rudimentarias. Los cursos además han variado del rudimentario "Matemáticas para negocios" a Trigonometría. Muchos estudiantes incluso llegan a tomar cursos de nivel superior. Algunos resultados concuerdan con la predicción de los autores de "La Curva Campana": en 1993 uno de los estudiantes fue aceptado en la U.de Ingeniería de Columbia, y otros más están asistiendo a otras universidades; todo un logro para la comunidad, aunque sea una mejora en sólo los más inteligentes. Pero otros resultados comprometen a toda la escuela: el nivel de egreso a tiempo es de 70%, dos veces el promedio del estado de Nueva York; y en esta y en otras escuelas del mismo tipo que hay en el estado (35 en 1994) los alumnos del octavo al décimo grado muestran un desempeño 30% mayor en matemáticas y 24% en lectura.


La falacia biológica

Para Stephen Jay Gould la gran mentira de los deterministas biológicos descansa sobre dos falacias:

1. Identificar el concepto de "heredable" con "inevitable": "Los genes no fabrican las partes y componentes específicos del cuerpo: codifican unas formas que pueden variar según la disposición de las condiciones ambientales. Además, una vez construido y ajustado, la intervención del ambiente puede modificar los defectos heredados que presenta determinado rasgo. (…) La tesis del carácter en parte "hereditario" del IQ no es incompatible con la idea de que una educación más rica puede desarrollar lo que, también en lenguaje vulgar, llamamos 'inteligencia'."

2. Confundir entre herencia al interior de un grupo y herencia entre dos grupos distintos. Por ejemplo, el promedio de altura entre los norteamericanos es mayor que el de las personas de un país tercermundista. "En los dos sitios, la heredabilidad es de 95%, y por ella sólo se entiende que los padres relativamente altos tienden a tener hijos altos, mientras que los relativamente pequeños tienden a tenerlos pequeños", pero esto no significa que los promedios en cada grupo sean inamovibles, una mejor alimentación podría incrementar la estatura de los tercermundistas. "Análoga­mente, el IQ podría ser muy heredable en el interior de cada grupo, y sin embargo la diferencia entre el promedio de los blancos y el de los negros podría reflejar sólo las desventajas que afectan a estos últimos en Norteamérica."

A esto, Herrnstein y Murray responden: "(…) la diferencia B/N es más pequeña en los niveles socioeconómicos más bajos. ¿Porqué, si la diferencia B/N es enteramente ambiental, debería la ventaja del ambiente "blanco" comparado con el "negro" ser mayor entre los mejor y más educados blancos y negros. (...) Una apelación a los efectos del racismo para explicar diferencias étnicas requiere también explicar por qué los ambientes envenenados por la discriminación y el racismo para algunos grupos –en contra de los chinos o los judíos en algunas regiones de América, por ejemplo– los ha dejado con mayores puntajes que el promedio nacional."

Así que, ¿qué tal si no? ¿No es el ejemplo de Gould, al fin y al cabo, una simple conjetura? ¿Qué tal si no son los condicionamientos culturales los que nos están afectando, sino que realmente son los genéticos? En términos absolutos, es cierto, no podemos estar seguros. Los deterministas biológicos pueden estar tan condicionados a verificar los datos que obtienen con las creencias que ya tenían como podrían también estar haciéndolo sus detractores, debido a esa llamada "predilección que asegura su propio cumplimiento" que Gould menciona en su libro. De modo que, ¿cuál de las dos puede ser la verdadera?

El alegato de Herrnstein y Murray es que "Hay diferencias entre las razas, y éstas son la regla, no la excepción. (...) Las razas son por definición grupos de personas que difieren en formas características. La moda intelectual ha dictado que todas las diferencias deben ser negadas excepto aquellas que son absolutamente innegables en apariencia, pero nada en la biología dice que esto deba serlo. Por el contrario, las diferencias raciales son variadas y complejas –y hacen a las especies humanas más adaptables y más interesantes." Por ejemplo, la pigmentación de la piel es útil en los entornos donde hay un sol fuerte, para filtrar los rayos ultravioleta, y en aquellos poco soleados la piel se hace más clara para poder absorber estos rayos de modo que pueda sintetizarse la vitamina D. Con las proporciones del cuerpo ocurre lo mismo: a mayor calor, el cuerpo trata de perder temperatura variando la relación superficie/volumen. Una mayor superficie con respecto al volumen da por resultado cuerpos alargados. Los cuerpos de los esquimales hacen lo contrario para poder conservar el calor. La nariz ha seguido el mismo camino: una alargada y estrecha en los ambientes fríos calienta y humedece el aire antes de que llegue a los pulmones, y una nariz ancha y plana permite la fácil entrada del aire en los ambientes calurosos. Y actualmente una parte de la teoría evolutiva dice que cuando se producen cambios biológicos en cierta dirección a veces éstos conllevan cambios en otra que no tienen nada que ver con la original. Así que, ¿cuál de estos cambios fue el que hizo que los blancos nórdicos vivieran en culturas atrasadas durante el Imperio Romano y luego durante toda la Edad Media mientras el Imperio Islámico desarrollaba las ciencias? ¿Qué hizo que las culturas orientales no llegaran al desarrollo tecnológico que alcanzó Europa y EEUU en los últimos siglos?

Esta diversidad racial, más que ser una evidencia de que puede haber una diferencia oculta en cuanto a la inteligencia, parece una prueba de su homogeneidad. Si los blancos son blancos, los chinos son chinos y los negros son negros, es por que fueron seleccionados por el medio ambiente para que tengan esas características. Este sometimiento inicial a la selección natural significa que sus cerebros fueron tan faltos de "inteligencia" que no pudieron evitar la mortandad causada por ella. Así, la diversidad racial parece más una prueba de nuestra igualdad intelectual que de lo contrario. Si alguien quisiera probar que las razas difieren en una capacidad intelectual innata primero tendría que identificar cuál es la cadena genética que la codifica, y luego cómo afecta a la configuración final del cerebro. Quizás no falte mucho para eso, pero por ahora no podemos estar seguros de nada.

Sin embargo la absoluta certeza no nos impide llegar a una conclusión –aunque, claro, provisional–, porque las diferencias genéticas no parecen haber afectado el desarrollo intelectual de aquellos niños del Bronx, como tampoco han afectado el desarrollo cultural de los grupos humanos a través de la historia, y es probable que si aun así existiesen esas diferencias físicas, éstas sean tan pequeñas que no interesen, pues son las culturales las más marcadas. En el libro "¿Mono Desnudo u Homo Sapiens?" (1969) los autores Lewis y Towers nos dan varios ejemplos de ello: "…los pacíficos granjeros daneses eran, sólo hace mil años, unos piratas sanguinarios. Y, como todos sabemos, la grandiosa cultura islámica entre los años 700 y 1200 d. de J., decayó progresivamente hasta degenerar en el atrasado Imperio Turco del siglo XIX. Recordemos la decadencia de Grecia, Egipto e Italia después del Renacimiento." A esto habría que añadir que los indios que formaron los imperios Inca, Maya y Azteca eran tan indios como los cheyenes, los araucanos y los mapuches, quienes nunca dejaron de perseguir animales arco y flecha en mano. Incluso en África, en Zimbawe, surgió una ciudad entre el 950 y 1450, fundada, habitada y desarrollada por negros, que servía de punto intermedio en el comercio de la zona. El desarrollo cultural más parece depender de circunstancias como la geografía, el entorno natural, la proximidad de los pueblos y el intercambio cultural. Los manus de Nueva Guinea, mencionan estos autores, era una tribu "díscola y arisca": "Muchos observadores de este pueblo llegaron a conceptuarlo como gentes ancladas para siempre en ese molde y profundamente estigmatizadas con una interpretación más bien desagradable del 'pecado original'. Sin embargo, al cabo de 25 años cambiaron su personalidad al entrar en contacto con otras culturas. "Todos ellos adoptaron actitudes amigables en vez de ásperas y hostiles, se mostraron tranquilos y confiados en vez de ansiosos, agresivos e irascibles." Repito la cita de Teilhard de Chardin que ellos mencionan: "La base genética de la cultura es uniforme en todas partes; la evolución cultural ha tomado el relevo hace mucho tiempo"


La profecía de Glaucón

Parece correcto finalizar este artículo con el relato que abre "La falsa medida del hombre":
"Sócrates aconsejaba educar a los ciudadanos de la República, y asignarles funciones, de acuerdo con estas tres clases: gobernantes, ayudantes y artesanos. Una sociedad estable exige el respeto de esa jerarquía y la aceptación, por parte de los ciudadanos, de la condición social que se les ha conferido. Pero, ¿cómo obtener esa aceptación? Incapaz de elaborar una argumentación lógica, Sócrates forjó un mito. Con un poco de vergüenza, dice a Glaucón:
'Hablaré, aunque no sé como mirarte a la cara… Hay que decirles (a los ciudadanos) que su juventud fue un sueño, y que la educación y la preparación que les dimos fueron sólo una apariencia; en realidad durante todo ese tiempo se estaban formando y nutriendo en el seno de la tierra…Ciudadanos –les diremos, siguiendo el cuento–, sois todos hermanos, si bien Dios os ha dado formas diferentes. Algunos de vosotros tienen la capacidad de mandar, y en su composición ha puesto oro; por eso son los que más honra merecen; a los otros lo ha hecho de plata, para que sean ayudantes; a otros aun, que deben ser labradores y artesanos, los ha hecho de bronce y de hierro; y conviene que, en general, cada especie se conserve en los hijos… Un oráculo dice que cuando la custodia del Estado esté en manos de un hombre de bronce o de hierro, eso significará su destrucción. Éste es el cuento. ¿Hay alguna posibilidad de hacer que nuestros ciudadanos se lo crean?' Glaucón responde: 'No en la generación actual; no hay manera de lograrlo, pero sí es posible que sus hijos crean ese cuento, y los hijos de sus hijos, y luego toda su descendencia.'"
"Glaucón formuló una profecía. Desde entonces, el mismo cuento, en diferentes versiones, no ha dejado de propalarse y ser creído." "Los metales han sido reemplazados por los genes (…) Pero la argumentación básica sigue siendo la misma: los papeles sociales y económicos de las personas son un reflejo fiel de su constitución innata. Sin embargo, un aspecto de la estrategia intelectual ha variado: Sócrates sabía que estaba mintiendo."